Título
IV
DEL
MATRIMONIO
Art.
102.
El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen
actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de
procrear, y de auxiliarse mutuamente.
Art.
103.
El matrimonio podrá celebrarse por
mandatario especialmente facultado para este efecto.
El mandato deberá otorgarse por
escritura pública, e indicar el nombre, apellido, profesión y domicilio de los
contrayentes y del mandatario.
Art.
104.
Derogado.
Art.
105.
No podrá procederse a la celebración del matrimonio sin el asenso o licencia de
la persona o personas cuyo consentimiento sea necesario según las reglas que
van a expresarse, o sin que conste que el respectivo contrayente no ha menester
para casarse el consentimiento de otra persona, o que ha obtenido el de la
justicia en subsidio.
Art.
106.
Los que hayan cumplido dieciocho años no estarán obligados a obtener el
consentimiento de persona alguna.
Art.
107.
Los que no hubieren cumplido dieciocho años no podrán casarse sin el
consentimiento expreso de sus padres; si faltare uno de ellos, el del otro padre
o madre; o a falta de ambos, el del ascendiente o de los ascendientes de grado
más próximo.
En igualdad de votos contrarios
preferirá el favorable al matrimonio.
Art. 108.
Derogado.
Art.
109.
Se entenderá faltar el padre o madre u otro ascendiente, no sólo por haber
fallecido, sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la
República, y no esperarse su pronto regreso; o por ignorarse el lugar de su
residencia.
También se entenderá faltar el padre o
madre cuando la paternidad o maternidad haya sido determinada judicialmente
contra su oposición.
Art.
110.
Se entenderá faltar asimismo el padre o madre que estén privados de la patria
potestad por sentencia judicial o que, por su mala conducta, se hallen
inhabilitados para intervenir en la educación de sus hijos.
Art.
111.
A falta de dichos padre, madre o ascendientes, será necesario al que no haya
cumplido dieciocho años el consentimiento de su curador general.
En defecto de los anteriormente
llamados, dará al menor el consentimiento para el matrimonio el oficial del
Registro Civil que deba intervenir en su celebración. Si éste tuviere alguna de
las razones contempladas en el artículo 113 para oponerse al matrimonio, lo
comunicará por escrito al juez de letras de la comuna o agrupación de comunas
para los efectos señalados en el artículo 112.
Si se tratare de un hijo cuya filiación
aún no ha sido determinada respecto de ninguno de sus padres, el consentimiento
para el matrimonio lo dará su curador general. A falta de éste, será aplicable
lo dispuesto en el inciso anterior.
Art.
112.
Si la persona que debe prestar este consentimiento lo negare, aunque sea sin
expresar causa alguna, no podrá procederse al matrimonio de los menores de
dieciocho años.
El curador y el oficial del Registro
Civil que nieguen su consentimiento estarán siempre obligados a expresar la
causa, y, en tal caso, el menor tendrá derecho a pedir que el disenso sea
calificado por el juzgado competente.
Art.
113.
Las razones que justifican el disenso no podrán ser otras que éstas:
1ª. La existencia
de cualquier impedimento legal, incluso el señalado en el artículo 116;
2ª. El no haberse
practicado alguna de las diligencias prescritas en el título De las segundas
nupcias, en su caso;
3ª. Grave peligro
para la salud del menor a quien se niega la licencia, o de la prole;
4ª. Vida
licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual, de la persona con
quien el menor desea casarse;
5ª. Haber sido
condenada esa persona por delito que merezca pena aflictiva;
6ª. No tener
ninguno de los esposos medios actuales para el competente desempeño de las
obligaciones del matrimonio.
Art.
114.
El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin el consentimiento de
un ascendiente, estando obligado a obtenerlo, podrá ser desheredado, no sólo
por aquel o aquellos cuyo consentimiento le fue necesario, sino por todos los
otros ascendientes.
Si alguno de éstos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto.
Si alguno de éstos muriere sin hacer testamento, no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le hubiera correspondido en la sucesión del difunto.
Art.
115.
El ascendiente sin cuyo necesario consentimiento se hubiere casado el
descendiente, podrá revocar por esta causa las donaciones que antes del
matrimonio le haya hecho.
El matrimonio contraído sin el necesario
consentimiento de otra persona no priva del derecho de alimentos.
Art.
116.
Mientras que una persona no hubiere cumplido dieciocho años, no será lícito al
tutor o curador que haya administrado o administre sus bienes, casarse con
ella, sin que la cuenta de la administración haya sido aprobada por el juez,
con audiencia del defensor de menores.
Igual inhabilidad se extiende a los
descendientes del tutor o curador para el matrimonio con el pupilo o pupila.
El matrimonio celebrado en contravención
a esta disposición, sujetará al tutor o curador que lo haya contraído o
permitido, a la pérdida de toda remuneración que por su cargo le corresponda;
sin perjuicio de las otras penas que las leyes le impongan.
No habrá lugar a las disposiciones de
este artículo, si el matrimonio es autorizado por el ascendiente o ascendientes
cuyo consentimiento fuere necesario para contraerlo.
Art.
117 – 123
Derogados
Título
V
DE
LAS SEGUNDAS NUPCIAS
Art.
124.
El que teniendo hijos de precedente matrimonio bajo su patria potestad, o bajo
su tutela o curaduría, quisiere volver a casarse, deberá proceder al inventario
solemne de los bienes que esté administrando y les pertenezcan como herederos
de su cónyuge difunto o con cualquiera otro título.
Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial.
Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial.
Art.
125.
Habrá lugar al nombramiento de curador aunque los hijos no tengan bienes
propios de ninguna clase en poder del padre o madre. Cuando así fuere, deberá
el curador especial testificarlo.
Art.
126.
El Oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio del
que trata de volver a casarse, sin que se le presente certificado auténtico del
nombramiento de curador especial para los objetos antedichos, o sin que preceda
información sumaria de que no tiene hijos de precedente matrimonio, que estén
bajo su patria potestad o bajo su tutela o curaduría.
Art.
127.
El viudo o divorciado o quien hubiere anulado su matrimonio por cuya
negligencia hubiere dejado de hacerse en tiempo oportuno el inventario
prevenido en el artículo 124, perderá el derecho de suceder como legitimario o
como heredero abintestato al hijo cuyos bienes ha administrado.
Art.
128.
Cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está
embarazada no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo
señales de preñez) antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes
a la disolución o declaración de nulidad.
Pero se podrán rebajar de este plazo
todos los días que hayan precedido inmediatamente a dicha disolución o
declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del
marido a la mujer.
Art.
129.
El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio de la
mujer sin que por parte de ésta se justifique no estar comprendida en el
impedimento del artículo precedente.
Art.
130.
Cuando por haber pasado la madre a otras nupcias se dudare a cuál de los dos
matrimonios pertenece un hijo, y se invocare una decisión judicial de
conformidad a las reglas del Título VIII, el juez decidirá, tomando en
consideración las circunstancias.
Las pruebas periciales de carácter
biológico y el dictamen de facultativos serán decretados si así se solicita.
Serán obligados solidariamente a la
indemnización de todos los perjuicios y costas ocasionados a terceros por la
incertidumbre de la paternidad, la mujer que antes del tiempo debido hubiere
pasado a otras nupcias, y su nuevo marido.
Título
VI
OBLIGACIONES
Y DERECHOS ENTRE LOS CONYUGES
§ 1. Reglas generales
Art.
131.
Los cónyuges están obligados a guardarse
fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las
circunstancias de la vida. El marido y la mujer se deben respeto y protección
recíprocos.
Art.
132.
El adulterio constituye una grave
infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las
sanciones que la ley prevé.
Cometen adulterio la mujer casada que
yace con varón que no sea su marido y el varón casado que yace con mujer que no
sea su cónyuge.
Art.
133.
Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común, salvo
que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo.
Art.
134.
El marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia común,
atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos
medie.
El juez, si fuere necesario, reglará la contribución.
Art.
135.
Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges, y
toma el marido la administración de los
de la mujer, según las reglas que se expondrán en el título De la sociedad conyugal.
Los que se hayan casado en país
extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes, a menos que inscriban
su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y
pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los
gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción.
Art.
136.
Los cónyuges serán obligados a suministrarse
los auxilios que necesiten para sus acciones
o defensas judiciales. El marido deberá, además, si está casado en sociedad
conyugal, proveer a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su
contra, si no tiene los bienes a que se refieren los artículos 150, 166 y 167,
o ellos fueren insuficientes.
Art.
137.
Los actos y contratos de la mujer casada en sociedad conyugal, sólo la obligan
en los bienes que administre en conformidad a los artículos 150,166 y 167.
Con todo, las compras que haga al fiado
de objetos muebles naturalmente destinados al consumo ordinario de la familia,
obligan al marido en sus bienes y en los de la sociedad conyugal; y obligan
además los bienes propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio
particular que ella reportare del acto, comprendiendo en este beneficio el de
la familia común en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a las
necesidades de ésta.
Art.
138.
Si por impedimento de larga o indefinida duración, como el de interdicción, el
de prolongada ausencia, o
desaparecimiento, se suspende la administración del marido, se observará lo dispuesto
en el párrafo 4º del título De la sociedad conyugal.
Si el impedimento no fuere de larga o
indefinida duración, la mujer podrá actuar respecto de los bienes del marido,
de los de la sociedad conyugal y de los suyos que administre el marido, con
autorización del juez, con conocimiento de causa, cuando de la demora se
siguiere perjuicio.
La mujer, en el caso a que se refiere el
inciso anterior, obliga al marido en sus bienes y en los sociales de la misma manera
que si el acto fuera del marido; y obliga además sus bienes propios, hasta concurrencia
del beneficio particular que reportare del acto.
Art.
138 bis.
Si el marido se negare injustificadamente a ejecutar un acto o celebrar un contrato
respecto de un bien propio de la mujer, el juez podrá autorizarla para actuar
por sí misma, previa audiencia a la que será citado el marido.
En tal caso, la mujer sólo obligará sus
bienes propios y los activos de sus patrimonios reservados o
especiales de los artículos 150, 166 y
167, mas no obligará al haber social ni a los bienes propios del marido, sino
hasta la concurrencia del beneficio que la sociedad o el marido hubieren
reportado del acto.
Lo mismo se aplicará para nombrar
partidor, provocar la partición y para concurrir en ella en los casos en que la
mujer tenga parte en la herencia.
Art.
139.
El marido menor de edad necesita de curador para la administración de la
sociedad conyugal.
Art.
140.
Las reglas de los artículos precedentes sufren excepciones o modificaciones por
las causas siguientes:
1ª. La existencia
de bienes familiares.
2ª. El ejercitar la
mujer una profesión, industria, empleo u oficio.
3ª. La separación
de bienes.
4ª. La separación
judicial de los cónyuges.
5ª. El régimen de
participación en los gananciales.
De las cuatro primeras tratan los
párrafos siguientes; de a última el Título XXII-A, del Libro Cuarto.
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